Este tubérculo tiene una forma rugosa y un color marrón oscuro que se acerca al color tierra: podríamos decir su aspecto que recuerda a las avellanas. Sus formas son comúnmente redondeadas, pero también pueden ser un poco alargadas. Según sean redondeadas o alargadas, se las conocerá como llargueta o ametlla, respectivamente. No olvidemos, por si queda alguna duda, que este tubérculo es comestible crudo.
Entre sus usos más comunes encontramos la famosa horchata de chufa, harina de chufa, cerveza de chufa y muchos usos cosméticos.
Algunos de sus beneficios son:
- Apta para celíacos. No contiene gluten
- Mejora el sistema cardiovascular.
- Ayuda a digerir los alimentos. Ideal para aquellas personas con problemas de estómago como la pesadez o la digestión lenta. También ayuda a aquellas personas que padecen constantemente ardor de estómago.
- Reduce el colesterol «del malo».
- Apta para intolerantes a la lactosa. La horchata o leche de chufa puede ser un sustitutivo ideal para aquellas personas que no pueden consumir leche. De forma líquida o en helado, hará las delicias de aquellos que no pueden tomar productos lácteos. Además, es posible su consumo para personas que tienen úlcera en el estómago.
- Elimina gases.
- Es antidiarreica.
- Sacia el apetito. Se recomienda para aquellas personas que están realizando alguna dieta de adelgazamiento o que tienen problemas de ansiedad. La chufa tiene un poder saciante parecido al de los altramuces y, además, evita que te puedas echar algún kilo de más.
- Ideal para mejorar la flora intestinal.
- Perfecta para personas que tienen la tensión alta. Esto se debe a que la chufa contiene muy poca cantidad de sodio.