La soja texturizada se obtiene de la soja, una legumbre de más de 5.000 años de antiguedad, o, mejor dicho, de la harina de la soja. También conocida como carne de soja o proteína vegetal texturizada, la soja texturizada no contiene aditivos químicos, ni colorantes y es 100% natural. El proceso de obtención comienza con la extracción del aceite de las habas de soja que, refinado, se convierte en aceite de soja.
El resíduo sólido que queda después de desgrasar las habas de soja se desidrata para hacer la harina de soja. Esta se somete a un proceso de extrusión, es decir, una serie de procesos, alta temperatura, presión, texturización y deshidratación, que dan como resultado un producto que bien pudiera parecer migas, cortezas o trozos de pan seco. La soja texturizada se puede dejar secar y comercializar tal cual. En este formato deshidratado es un producto estable con una fecha de caducidad muy amplia. También se puede hidratar, condimentar, mezclar con otros ingredientes y vender como producto acabado, generalmente congelado, en forma de hamburguesas, albóndigas y similar. En este caso su fecha de caducidad es más reducida y hay que guardarlo en frío para mantenerlo en buenas condiciones.
SUGERENCIAS
Hidratar la soja texturizada antes de la cocción es sencillo y rápido. Solo tenemos que colocar la soja en un recipiente hondo y cubrir con el doble de agua en volumen (como cuando hacemos arroz). En 15 minutos está lista para ser usada. Si utilizamos agua caliente aceleramos el proceso y ahorramos tiempo. Si nos pasamos del tiempo de hidratación, no pasa nada.
Una vez hidratada, la soja se pasa a un colador y se deja escurrir ligeramente para que suelte el exceso de líquido. Podemos presionar con suavidad, pero sin pasarnos ni espachurrarla porque se puede quedar demasiado seca. Después se saltea con un poco de aceite de oliva virgen extra, especias, hierbas, salsa de soja u otros condimentos potenciadores del sabor.